"No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños".

» Cicerón (106 AC-43 AC), escritor, orador y político romano.

miércoles, 18 de febrero de 2015

¿Puede un solo soldado decidir una batalla? -> EL COMBATE DE FLAMBOROUGH HEAD


      El 23 de septiembre de 1779, en plena Guerra de Independencia de EE.UU., dos naves, el Bonhomme Richard de la armada norteamericana y el HMS Serapis de la Royal Navy, se enfrentaron en mortal duelo en aguas del mar del Norte. La hazaña de un soldado anónimo decidiría el curso de la batalla.

duelo naval británicos vs biratas norteamericanos
Recreación de un duelo naval entre británicos y piratas americanos de la saga de videojuegos Assassin´s Creed.

ANTECEDENTES

      Desde el estallido de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos en 1773, se hizo patente la necesidad de crear una armada capaz de atacar las líneas de suministro británicas en alta mar. En 1775 nacía así la armada de los EE.UU., que progresivamente ganaría en potencia y capacidad. La inmensa mayoría de las naves norteamericanas eran entonces mercantes reconvertidos, que no obstante se adentraban con una frecuencia cada vez mayor en aguas internacionales en busca de naves de suministro británicas, llegando en algunas ocasiones incluso a las mismísimas costas de Inglaterra.



por Charles Wilson Peale
Capitán John Paul Jones (1747-1792). Obra de
Charles Wilson Peale, pintado durante la estancia
 de Jones en EEUU en 1981 para que el Congreso
 aprobara la concesión de la Cruz Francesa del 
Mérito Militar (oro sobre cinta azul en el retrato).
LOS CONTENDIENTES

      Uno de estos buques mercantes reconvertidos en naves de guerra fue el mercante francés transformado, armado con 42 cañones y renombrado como Bonhomme Richard. Estaría mandado por el mismo que lo renombrara, el mítico capitán John Paul Jones (John Paul de nacimiento, añadiría posteriormente "Jones" para darle un toque más romántico), brillante e intrépido marino originario de Kirkbean (Escocia) al servicio de los EE.UU. en la Guerra de la Independencia, considerado junto a John Barry padre de la armada norteamericana y cuyas hazañas en aguas británicas le darían fama mundial.

      Intrépido y aveces temerario, Jones llegó a adentrarse tanto en aguas británicas como aquel 23 de septiembre de 1779, cuando se topara frente a Flamborough Head (un cabo en Inglaterra) con la flota de mercantes británicos del Báltico, escoltados por el HMS Serapis, de 44 cañones y capitaneado por Richard Pearson.




LA ANÉCDOTA


Grabado sobre la mítica batalla de Flamborough Head entre el
Bonhomme Richard (ardiendo en la imagen) y el HMS Serapis el
 23-9-1779, actualmente accesible en la Bilblioteca del
Congreso de los Estados Unidos.
      Al avistar a la flotilla John Paul Jones se aproximó a la misma sin izar la bandera norteamericana, si bien el cauto capitán Richard Pearson, "por si las moscas", preparó al Serapis para el combate. Cuando se encontraron a unos 90 metros, Jones izó la bandera y ambos navíos abrieron fuego. Con la segunda andanada dos de los cañones del Bonhomme Richard explotaron, entonces Jones viró para barrer las cubiertas del Serapis, pero el viento viró en su contra y ambas naves quedaron trabadas proa con popa en proverbial combate digno de la más espectacular escena de la saga hollywoodiense de Piratas del Caribe. Tras más de 3 horas de intenso combate disparando a quemarropa y con varios cañones menos, los daños del Bonhomme Richard eran ya inasumibles y el barco comenzaba a hundirse. Cualquier capitán medianamente cauto y diligente habría optado por rendirse y salvar la vida de la tripulación, pero John Paul Jones no era un capitán cualquiera. Impetuoso, temperamental, ávido de gloria y dispuesto a pelear hasta el último hombre y a hundirse con su nave y su tripulación, Jones ordenó proseguir con la lucha con su hoy mítica sentencia "¡todavía no he empezado a combatir!". Una decisión que, dadas las circunstancias, lo normal es que le hubiera llevado a una pronta muerte encumbrándose como mártir de la causa de los rebeldes norteamericanos. En cambio los caprichos del azar tenían planeado otro destino para Johne Paul Jones, pues en desventaja numérica, con menos cañones y el barco hundiéndose; un miembro anónimo de la tripulación de Jones se encaramó a la jarcia arrojando con todas sus fuerzas —quizá con gran pericia, quizá investido por la fortuna de alguna quimérica alineación planetaria— una granada que se coló por la escotilla del Serapis, topando casualmente con un cúmulo de municiones y provocando una explosión que acabó con gran parte de la tripulación y destruyó los cañones de la cubierta inferior provocando el caos. El cauto capitán Pearson, que hasta entonces había dominado la situación con templanza y precaución, actuó en forma contraria a Jones y se rindió ante el victorioso capitán. Un simple infante lo había logrado, había cambiado el curso de la batalla.

CONSECUENCIAS

      Jones contó 150 muertos o heridos de 322,  Pearson 130 de 284 y el convoy británico escapó. Sobre el papel era una victoria británica. Pero en verdad Jones había logrado la mayor victoria de la armada norteamericana hasta el momento, había rendido a un capitán británico y capturado su nave. Ello le haría merecedor de la Cruz Francesa del Mérito Militar (ver retrato), que recibió del manos del mismísimo Luis XVI en 1780, omnipotente monarca al que por entonces ni por asomo se le ocurriría pensar que iba a ser depuesto 9 años despúes y guillotinado en 1793 en la Plaza de la Revolución.

      La condecoración sería aprobada el año próximo (1781) por el Congreso de los Estados Unidos, prueba de la fama mundial que había logrado, pues fruto de su consabido narcisismo y su impetuoso temperamento, se había granjeado numerosos enemigos en las altas esferas de la nueva nación americana, lo que no fue obstáculo para que se reconocieran sus hazañas y su aportación a la causa estadounidense.

      Por ello, podría haber optado como otros foráneos adheridos a la causa de la revolución americana y convertidos en héroes de la independencia como el barón Von Steuben, por terminar sus días viviendo de rentas en la nueva nación que se alzaba firme en el "Nuevo Mundo", pero John Paul Jones no era hombre capaz de vivir de rentas, su patria era la mar, su hogar la nave de combate y su razón la gloria militar. Optó por seguir combatiendo donde pudiera, alistándose en la Flota Imperial Rusa como comandante e incrementando así su fama y sus hazañas en la guerra contra el Imperio Turco hasta su traslado a París en 1790 para morir dos años después. Si bien sus restos serían trasladados a Estados Unidos en 1913 para ser depositados en la capilla de la Academia Naval de Annapolis, donde aún a día de hoy continúa siendo recordado como el gran hombre que fue: un alma libre, un héroe, un aventurero y un gran estratega; pero ante todo, un marino.

FUENTES:
*DE MONTOTO Y DE SIMÓN, Jaime.-DE MONTOTO Y COELLO DE PORTUGAL, Jaime: El arte de la guerra: estrategia militar hasta el siglo XX, Libsa, Alcobendas (Madrid), 2013.
*GRANT, R.G.: 1.001 batallas que cambiaron el curso de la historia, Grijalbo, 2012, Barcelona.


PÁGINAS DE INTERÉS:
- Sección de la Guerra de Independencia de EE.UU. del Servicio de Parques Nacionales de los EE.UU.

OTRAS ANÉCDOTAS SOBRE LA INDEPENDENCIA DE LOS EE.UU.:
- EL BARÓN VON STEUBEN: el renegado que sentó las bases del ejército de los EE.UU.

OTRAS GRANDES DERROTAS DEL IMPERIO BRITÁNICO:
- MEDIOHOMBRE: el almirante que evitó que Hispanoamérica cayera bajo dominio británico.

miércoles, 4 de febrero de 2015

El renegado prusiano que sentó las bases del ejército de los EE.UU.: EL BARÓN VON STEUBEN

Este artículo está dedicado a los amantes de las anécdotas históricas de los EE.UU., la segunda comunidad de lectores más asidua y numerosa de Tus Anécdotas Históricas después de la española. A ese fiel 26% de lectores, a todos vosotros: GRACIAS.

El barón von Steuben (1730-1794).// Pintura de
Ralph Earl de la 2ª mitad del s.XVIII.


      Friedrich Wilhelm Ludolf Gerhard Augustin von Steuben, más conocido como el barón von Steuben, fue un excéntrico oficial prusiano nacido en 1730 en Magdeburg (Prusia por entonces, Alemania en la actualidad). Cualquier nexo aparente de unión entre Steuben y la independencia de los EE.UU. es a todas luces, cuanto menos, inverosímil. Sin embargo un pequeño pero azaroso desencadenante conduciría a este rígido oficial prusiano al tablero americano en plena Guerra de Independencia. En 1763 perdería su puesto en el ejército prusiano por razones no del todo claras, si bien una de las teorías defiende que se debió a su presunta homosexualidad. Desempleado y sin más oficio a sus espaldas que sus dotes militares, se presentó ante George Washington en el cuartel general de invierno del Ejército Continental en febrero de 1778. Un gesto impulsivo de un rígido oficial prusiano que terminaría inclinando la balanza a favor de los rebeldes americanos.


El panorama a su llegada

de Gilbert Stuart
George Washington (1732-1799).
Por Gilbert Stuart en 1796. Hoy
en la Casa Blanca.
      Sería entonces en febrero de 1778 cuando el barón von Steuben se presentara en Valley Forge ante George Washintgon, comandante en jefe de un ejército de rebeldes, más bien una horda indisciplinada y sin entrenamiento militar. Basta recordar que el llamado "Ejército Continental" en aquel momento se componía de una enorme masa de pseudomilicianos sin experiencia bélica alguna, más allá de los cazadores de la zona occidental, pioneros colonos de una región donde la lucha por la supervivencia era constante, famosos por su puntería y su entereza ante las adversidades, pero terriblemente indisciplinados; así como un reducido número de veteranos del ejército británico que apenas lograban mantener un mínimo de disciplina y cohesión. La misión de Steuben se mostraba prácticamente imposible. Aún así, en aquella entrevista con Washington, el barón se ofreció como instructor sin paga. Como no podía ser de otra forma, Washinton saldría encantado de la entrevista, pues aquel rígido oficial prusiano parecía perfecto para transformar a la turba de reclutas ignorantes que tenía a sus órdenes en un entrenado y disciplinado ejército. Steuben se pondría inmediatamente manos a la obra. Como buen alemán (prusiano en realidad), no era hombre que gustara de perder el tiempo.

     Desde el primer minuto su excéntrica personalidad le granjeó el respeto y admiración de la tropa. El barón, que comenzó instruyendo reclutas que hasta carecían de uniformes, daba la instrucción con su uniforme completo de gala maldiciéndoles y gritándoles en alemán a cada fallo o indisciplina de sus subordinados. El principal problema de Von Steuben fue el idioma, pues apenas hablaba inglés, lo que solventó haciéndose acompañar las 24 horas de un traductor, a quien a menudo le gritaba: "¡Aquí! ¡Maldícele a éste de mi parte!".
   

El programa de adiestramiento

      Para agilizar la instrucción y hacerla notablemente más eficaz, redactó un programa de instrucción. Dicho programa articuló un sistema de adiestramiento progresivo consistente en crear una compañía modelo de 180 hombres escogidos por su disciplina y capacidad, que más tarde instruirían a otros voluntarios a nivel de regimiento y brigada.

edwin austin abbey
El barón Von Steuben entrenando a la tropa en Valley Forge el invierno de 1778.// Obra de Edwin Austin Abbey (1852-1911). Mural de la capilla de la Casa de Representantes de Pensilvania del Capitolio del Estado en Harrisburg.
      El adiestramiento comenzaba a nivel de soldado raso individual con y sin arma, para después pasar a instruir a todo el regimiento. Más tarde el oficial al mando de cada compañía sería a su vez encargado de la instrucción de los nuevos reclutas que llegaran a su compañía. Con intención de tornar en todavía más ágil y eficaz la instrucción, el barón redactó asimismo un simplificado manual de manejo de armamento.

El Manual

      En aquella época afinar la puntería era algo que requería demasiado tiempo de entrenamiento con los rudimentarios fusiles de la época, siendo que los combates normalmente se entablaban a menos de 50 metros de distancia. El barón Von Steuben era consciente de ello. La clave radicaba en la velocidad de disparo. Por eso se concentró en lograr que  la tropa fuera capaz de disparar una descarga cerrada, recibir otra de un enemigo ya diezmado —por lo que sería menos efectiva— y volver a disparar antes que el contrario, que ya quedaría completamente diezmado y con una capacidad de combate ínfima. Para ello era necesario entrenar la instrucción en orden cerrado hasta que los movimientos de recarga del fusil alcanzaran una perfección mecánica. Dicho manual lograba una descarga con 10 voces de mando y 15 movimientos entre descarga y descarga siguiendo este esquema:

                         1ª voz: ¡Medio amartillar la llave! => 2 movimientos.
                         2ª voz: ¡Coger cartucho! => 2 movimientos.
                         3ª voz: ¡Cebar! => 1 movimiento.
                         4ª voz: ¡Cerrar cazoleta! => 1 movimiento.
                         5ª voz: ¡Cargar el cartucho! => 2 movimientos.
                         6ª voz: ¡Coger la baqueta! => 2 movimientos.
                         7ª voz: ¡Empujar el cartucho! => 1 movimiento.
                         8ª voz: ¡Retirar la baqueta! => 2 movimientos.
                         9ª voz: ¡Amartillar la llave! => 1 movimiento.
                         10ª voz: ¡Fuego! => 1 movimiento.

      El soldado practicaba y repetía dicho esquema individualmente hasta haber alcanzado destreza suficiente —lo que solía ocurrir con bastante celeridad—, momento en el que era colocado en grupos de 3 y más tarde de 12 para que asimilara que no era peligroso hacer los movimientos tan juntos y en grupo si se hacían bien y perfectamente sincronizados. Algo esencial en la guerra del siglo XVIII. Se le enseñaba además a marchar a izquierda y derecha, a marchar en columna y a desplegar en línea. Se le inculcaba a fuego la idea de que la alineación era fundamental para para lograr buenas descargas con seguridad.

      Igual de importante que la velocidad de disparo era el uso de la bayoneta, pues muchas veces decidía el lado por el que se decantaba una batalla cuando ambas fuerzas estaban parejas, una de ellas ni siquiera tenía bayonetas con las que frenar la carga o estaban mal entrenadas en su uso. Este era el auténtico talón de Aquiles del ejército continental, compuesto por tropas que muchas veces no tenían bayonetas, y cuando las tenían las usaban más como instrumento de cocina o herramienta que como arma de combate, lo que les había hecho perder más de una batalla y depender de su fuego para ganar batallas —véase Lexinton y Bunker Hill—. Por ello Von Steuben se centró particularmente en conseguir cargas a la bayoneta verdaderamente efectivas.


La prueba de fuego: la batalla de Monmouth

      Sería el 28 de junio de 1778 cuando los hasta entonces indisciplinados reclutas de Steuben deberían demostrar su adiestramiento y valía frente al ejército más poderoso del mundo: el ejército británico.  En aquel verano el nuevo comandante brtánico, el general Henry Clinton, recibió órdenes de adoptar una estrategia defensiva —consecuencia de la derrota de Saratoga y la reciente entrada de Francia en la guerra—. Por ello se dirigió con su ejército desde Filadelfia hacia Nueva York en el norte.
      Washington, que gozaba de una notable red de espías, conoció de sus movimientos y se dirigió rápidamente a interceptarlo. Una avanzadilla americana de 5.000 hombres al mando de Charles Lee contactó con un destacamento británico de unos 1.500 hombrees, que enseguida se vio reforzado por otros 5.000. Las tropas americanas cedieron ante las disciplinadas tropas británicas y huyeron en desbandada. La eterna historia del ejércto continental en las primeras fases de la guerra parecía volver a repetirse. Si bien Washington, al llegar con el grueso de las tropas, logró volver a formar a las tropas que huían y desplegar ordenadamente a su ejército, unos 13.000 hombres que debían hacer frente a otros 13.000 británicos. A fuerzas parejas, raramente lograban los americanos hacer frente a los británicos. Pero esta vez sí. Los continentales, tras largos meses de entrenamiento y perfeccionamiento en Valley Forge, no sólo resistirían  ordenademente los ataques ingleses, sino que lograrían rechazarles e incluso lanzar varios contraataques a la bayoneta —algo en lo que se volvieron mortalmente eficaces, como se mostraría un año después con la victoria de Stony Point, en la que la carga a la bayoneta decidiría la batalla— hasta la caída del sol. Diezmados y agotados, los británicos huyeron durante la noche hasta la costa, donde serían evacuados por la Royal Navy. Las bajas americanas fueron de 109 muertos y 161 heridos frente a los 207 y 170 británicos. Una victoria. El barón Von Steuben había logrado transformar una turba de reclutas sin adiestramiento en disciplinados y eficaces soldados. Ello le valdría el rango de general de división del ejército continental.

emanuel leutze
Washinton reorganizando a las tropas en la batalla de Monmouth (1778).//
Obra de Emanuel Leutze en 1854.


La otra gran aportación de Von Steuben: 
la organización de los campamentos

      Los campamentos militares americanos del momento eran una amalgama caótica de tiendas y cabañas donde los hombres hacían sus necesidades por doquier y los animales que morían o eran sacrificados, tras ser despojados de las partes aprovechables, quedaban abandonados en el mismo lugar en que caían. En tal situación las enfermedades se sucedieron e incluso produjeron más bajas que los propios combates. El barón le puso fin. Creó un plan para la distribución de las tiendas con hileras para el mando, los oficiales y la tropa; creando calles de tiendas por compañías y regimientos. Además dispuso que las letrinas y las cocinas se colocaran en extremos opuestos del campamento, estableciendo las primeras, siempre que fuera posible, río abajo o en la parte más baja de la colina. La mejora del aspecto sanitario fue más que patente. La proverbial organización germánica hizo aparición en el ejército estadounidense. Y lo hizo para quedarse, pues dichas normas de acampada y sanidad seguirían en vigor dos siglos después.

El final de la guerra

      Ascendido tras la batalla de Monmouth, el barón Von Steuben serviría bajo las órdenes del carismático Marqués de Lafayette en Virginia cuando el general británico Charles Cornwallis invadiera el estado, participando así en la decisiva batalla-asedio de Yorktown en septiembre-octubre de 1781, en la que 9.000 soldados estadounidenses bien adiestrados por Von Steuben y 7.000 soldados franceses hostigaron y asediaron a los 7.200 soldados británicos y alemanes de Cornwallis hasta lograr la rendición el 19 de octubre, acabando así las grandes operaciones de la Guerra de Independencia, que no obstante continuaría otros dos inútiles años. Estados Unidos se alzaba así en el concierto de las naciones con un aún reducido pero diestro y bien entrenado ejército, cuyos robustos cimientos se debían la capacidad, la disciplina, el carisma y la rigidez germánica de un hombre: el baron Von Steuben.

RECREACIÓN DE LA RENDICIÓN DE YORKTOWN EN LA PELÍCULA EL PATRIOTA, DE ROLAND EMMERICH (2000), EN V.O.:

En el vídeo puede apreciarse al general Cornwallis preguntándose como ha podido ser derrotado por una "chusma de campesinos".


charles willson
El barón Von Steuben entrado en edad.
Obra de Charles Willson Peale.
Tras la guerra

      Von Steuben, que podría haber optado por volver a su patria natal rico y victorioso, optó por asentarse en la nueva nación que tanto le había dado y por la que tanto había dado él, afincándose en Nueva York en unos terrenos cedidos en agradecimiento por sus servicios a la patria y con una pensión vitalicia. Von Steuben pudo elegir. Y eligió a los Estados Unidos.


FUENTES:
*DE MONTOTO Y DE SIMÓN, Jaime.-DE MONTOTO Y COELLO DE PORTUGAL, Jaime: El arte de la guerra: estrategia militar hasta el siglo XX, Libsa, Alcobendas (Madrid), 2013.
*GRANT, R.G.: 1.001 batallas que cambiaron el curso de la historia, Grijalbo, 2012, Barcelona.
*Sociedad histórica Bergen County
*HISTORY CHANEL: Historia de los Estados Unidos - Capítulo 2: Revolución.
                [El Barón Von Steuben aparece en el minuto 30]

ENLACES DE INTERÉS:
- Web de la Sociedad Histórica Bergen County

OTRAS GRANDES DERROTAS DEL IMPERIO BRITÁNICO:
- MEDIOHOMBRE: el almirante que evitó que Hispanoamérica cayera bajo dominio británico

OTRAS ANÉCDOTAS SOBRE LA INDEPENDECIA DE LOS EE.UU.:
- FLAMBOROUGH HEAD: Cuando un solo soldado decidió la batalla